“Si veinte años no es nada, cincuenta son dos veces y media nada”
Hay quien tarda o tardamos muchos años en darnos cuenta que los recuerdos, las ilusiones, los deseos, las “pequeñas cosas de la vida”, los “pequeños logros” no son mas que mero entretenimiento, que evitan que escuchemos el verdadero ruido de fondo. Si embargo hay otros que parece que nacieron sabiéndolo: Fernando Garrido: Montañero. Entre sus ascensiones mas destacadas: en 1985, permaneció dos meses solo en la cima del Aconcagua (6.959 m.), estableciendo el récord mundial de permanencia en altura. En 1987, Everest (8.848 m.) por la ruta del corredor Hombeim, hasta 8.700 m. En 1988 asciende en invierno y sin ayuda el Cho-Oyu (8.201 m), en lo que es la primera ascensión mundial en solitario y en invierno a un ocho mil. Entre 1989 y 1990 recorrió a pie los 5.000 km. de la cordillera del Himalaya. En 1993 intentó el Everest, en invierno en solitario hasta los 7.800 m. En 1996, ascendió Shisha Pagma (8.008 m.) por su cara N. En 2002, repite el Cho Oyu liderando una expedición comercial de Aragón Aventura, junto a otra paralela de la guardia civil de montaña y otra formada por mi representando a mi club. Era uno de mis mitos. Cuando supe que lo conocería en mi viaje al Cho Oyu, mi mente imaginó durante meses ese mítico encuentro.... Viajé junto a Fernando como un peregrino deseoso de recibir conocimientos y sabiduría. Lo observé, y aprendí mucho de él durante esa expedición. Desde el primer día, percibí la serenidad de su mirada quizá construida por su experiencia, carácter y entusiasmo. Esa enigmática mirada que he reconocido ya en varias personas a lo largo de mi vida: (Pepe Chaverri, Vladimir Povolotski , Iñaki Ochoa, Jorge Egocheaga, Zanoni o Jorge Aubeso entre otros) No necesitaba frases hechas, ni llamar la atención de nadie para demostrar su determinación, porque siempre sabia qué decir, cuando, y a quién. Tranquilo y paciente. En los peores momentos pensaba con claridad; no se desespera y cuando hablaba lo hacia con inteligencia.. Si lo observabas bien, parecía captar la emoción de los vastos silencios de la naturaleza: el cielo, la nieve, las rocas.
Está claro que no siente vanidad, y como no busca elogios, no se le puede ofender. Parecía vivir cierto aislamiento espiritual. Sin embargo, este aislamiento no era frío: ama, sufre, piensa, y comprende. Sobre todo en su familia, su hija. Junto a él, aprendí o al menos lo intenté, a “escuchar el silencio”, a oír esa voz callada que se entiende sin sonido alguno; esas palabras que brotan desde dentro y que revelan la esencia más oculta e interna de uno mismo, las que muestran tu propia condición.Allí, en aquel lugar, en medio del Himalaya, comprendí que algunas veces, tus mitos se hacen humanos y sobrepasan tus expectativas. Fernando es un grande. Y la grandeza no se compra se obtiene con un corazón humilde.
Una vez, él escribió alabanzas sobre mi, y una frase que decía: - Ojala volvamos a coincidir en esta u otras montañas..., ahora yo escribo sobre él y una palabra que dice: - Ojala.
¡FELICIDADES FERNANDO!
Que los años no te hagan mas viejo, sino mas sabio, aunque por lo que he podido leer, tampoco te hace falta. Felicidades.
ResponderEliminarDios los cria y ellos se juntan. Muchas Felicidades!!
ResponderEliminarbuen aventurero!
ResponderEliminarhay muchos tipos de silencio, pero todos te hacen sentir vivo