viernes, 5 de diciembre de 2008

ESPÍRITU

Quien tropieza y no cae, adelanta dos pasos.
La belleza de ascender montañas o de realizar gestas “personales” está allí, a nuestro alcance, y todos los que amamos estas sensaciones lo sabemos, aunque muchas veces nos invade esa sensación agridulce de que no nos entienden, ni de poderlo describir en toda su intensidad para justificarlo y ser medianamente comprendido. Es algo objetivo e indiscutible. "Hacer montaña o realizar una aventura deportiva”, consiste en aceptar las reglas... aceptarte a ti mismo, lo que te rodea... actuar y jugar: Desde el comienzo, iniciación, progreso técnico, después quizás “obsesión”,... para tras madurar, pasar al respeto, pasión, humildad, y camino interior, en definitiva, búsqueda en general. Cuando una personal atraviesa la frontera de lo habitual, descubre que su intensidad y valor no dependen necesariamente, del marco en que se desarrolla el juego, de la altura o el prestigio de la actividad o de los itinerarios, incluso no dependen de uno mismo. Hacerse montañero o ultrafondista o aventurero... trasciende a las geografías, y es más, mucho más que un acopio de metros, kilómetros o hazañas que contar. No son medallas, son vivencias enmarcadas en un marco geográfico concreto, muy cerca o muy lejos: El destino..., el de cada cual. ¿qué nos empuja todavía, a desafiar, el frío, los aludes, el calor, la sed, el agotamiento físico y mental?. Quizás un espíritu testarudo, acuñado en campamentos juveniles, cabañas, refugios y en esas esperas nocturnas, o sencillamente, una especie de búsqueda desde que naces. Todavía hoy, algunos hombres y mujeres buscamos nuestro camino y amamos profundamente las montañas, la naturaleza o lo que hacemos. Con los ojos y el corazón.
Gracias a todos los que seguís este blog.

4 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo y por lo que cuentas creo que estoy madurando :-)
    Buena entrada.

    Saludos!

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  2. ...y las palabras
    comenzaron a brotar
    en este manantial
    que a menudo
    solía darnos esas letras
    que necesitábamos
    para encadenar la amistad.

    Un abrazo sablero desde Lorca.

    http://mdslorca.blogspot.com/

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  3. La admiración hacia otros es lo que nos hace seguir siendo humildes, porque si no tuvieramos a nadie a quien admirar, caeríamos en la soberbia. Y por lo que leo, tu admiras a mucha gente. Sigue así. Te admiro.

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  4. La humildad surge cuando te das cuenta que aun tienes mucho que aprender, independientemente de lo que hagan los demás. ¡No hay que admirar sino observar para seguir aprendiendo, cada uno dándole su forma... hay tantas posibilidades! Y eso si que te hace grande!... ¡venga, Javitxu ese peasso entrenamientos diarios!!!!!. Un abrazo

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