Todo lo que la mente humana puede imaginar, el cuerpo lo puede lograr
Me levanto al amanecer, sobre las siete, y tras desayunar un modesto vaso de leche con Cola Cao y dos magdalenas generosamente rellenas de Nutela (me encanta), me aprovisiono con dos ampollas de glucosa líquida y dos botellines con agua.
Me ciño fuerte la mochila con, actualmente nueve kilos, que con los botellines hacen diez, y entre las ocho u ocho y media, comienzo perezosamente mi andadura por el camino viejo de Cregenzán .
Cuando empiezo, indolentemente la brisa helada empieza a toparse con mi rostro, y el aire frío que se respira termina enfriándome del mismo modo por dentro. No se porque, pero siento que este frío me purifica un poco.
Mi paso comienza remolón y tranquilo buscando temperatura, cadencia y reflexiones eficaces durante las primeras cuestas, en las que aún te cuestionas quien soy yo y que hago aquí un domingo a estas horas. Cuando corono en lo mas alto, a unos tres kilómetros y medio, se despliega ante mi una de las mejores vistas del Somontano. Por un lado el dominante lienzo del Pirineo con sus nítidas, majestuosas y nevadas cimas, y por el otro el Somontano, sus vides, sus campos, Barbastro sometido desde lo alto, y al fondo el vistoso monasterio del Pueyo. A esa hora del amanecer, mirar los colores rojizos del tímido sol, es un incontestable éxtasis visual.
Aquí siempre comienzo a oír los primeros disparos de los cazadores, y pienso: -“Como me den, se les va a caer el pelo”... ¡necio!, como me den, es a mi a quien no le va a crecer mas...
Una vez superado Cregenzán, y por su carretera de acceso, voy a buscar el camino de tierra que lo une con Burceat en dirección oeste. Trayecto que conozco bien y que me agrada transitar reconstruyendo en mi memoria las tantas y tantas veces que lo exploraba de niño con mi bicicleta sin guardabarros y freno de pie con zapatilla junto a mis hermanos en la búsqueda de arriesgadas aventuras durante los días de verano, cuando subíamos a la casa de mis abuelos en Burceat .
Desde Burceat, paraje de mi niñez y mis primeras correrías, hasta Castillazuelo, se me hace breve. El camino es cómodo y con trayectoria descendente entre viñedos donde reincididamente recuerdo mi infancia, las cosechas, las vendimias, las cogidas de almendras y de olivas; por aquí ya me noto cómodo y animoso mientras en la radio escucho las noticias o algo de música.
Al terminar el descenso y atravesar un tramo de carretera entre Barbastro y Castillazuelo (al que accedo atravesando la antigua huerta de mi familia...), siempre me cruzo con algún grupo de tempranos corredores del club de atletismo y se me alegra el alma cuando gesticulamos un saludo.
Atravieso Castillazuelo para salvar y recordar la carrera campo a trabes hasta el monasterio de Pueyo por ese camino roto, arcilloso y placentero de pisar que tanto me gusta, y que ya no cesa de subir y bajar entre encinas y almendros .
Por este paraje visualizo circunstancias, momentos de Sables, e incluso ilusorias en la Yukon, durante algún instante creyéndome ya allí , en un estado como de trance.
En estos intervalos, mi concentración es tal, que noto el peso de la pulka, o mis brazos se mueven métricamente como si estuvieran propulsando unos imaginarios bastones, e incluso en alguna de mis pisadas me parece escuchar el chasquido de la nieve bajo mis pies. Es un estado de abstracción, concentración y visualización (y encima sin drogas....).
Llego a los pies del monasterio donde está la ermita de San José, y cojo la carretera que me lleva hasta su cima. Miro de nuevo al Pirineo mientras doy la vuelta al convento y se me remanga el alma “¡que vistas en cualquier dirección!”.
Ya llevo 20 Km. en unas dos horas. Bebo y me tomo las dos ampollas de glucosa para desde allí continuar camino.
A veces, en este punto, soy afectuosamente esperado y escoltado por Rafa, José Hernan, Paco, Miguel, José Mª, Isa, Jesús o Raúl, circunstancia que me asegura distracción y entretenimiento hasta el final del recorrido sin fijarme en nada mas ni notar mi cansancio. Provechoso ejemplo para observar como tu mente, desligada y desviada de tu cuerpo, no sufre o por lo menos no lo percibe.
Cruzando la nacional 240 dirección Fornillos entre caminos desangrados de torrenteras y algún campo a trabes impuesto por las obras de la nueva autoría, alcanzo la pista asfaltada del canal, y por ella abordo la carretera de Fornillos que tomo en dirección a Barbastro por la rampa del vertedero de basuras.
Ahora, curiosamente siempre cuando ves el final, es cuando mis piernas comienzan a notarse un poco colmadas, estoy entrando a Barbastro con 30 Km en ellas, que alargo rodeando hasta hacer 35 en unas tres horas y media, y mas adelante alargaré hasta los 40 y 45. Un poco mas cada semana.
Al final, independientemente de las sensaciones, siempre te sientes bien, siempre ha sido un buen día.
En este momento, mi vida está condicionada por correr. Es cierto que me enriquece, pero no puedo condicionar lo que hago por correr, ya que mientras lo hago, tantas horas, otros retos, otros sueños, suelen cruzarse por mi mente como puede ser escalar, esquiar, descender barrancos, ascender montañas, viajar con Rosana, o simplemente montar en bici con mis amigos José Mª o Miguel.
Sin embargo ahora tengo que entrenar a muerte y organizarme para cumplir este próximo sueño.Cada vez, cada semana, noto más fuerza en las piernas y mejor los pulmones.
BUUUUAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!. La verdad es que se echaba de menos esas apasionantes narraciones que con ese pulso nos escribes. Consigues que un simple entrenamiento (por cierto, valla entrenamiento), sea tan apasionante como una de tus etapas de Sables. Muchos ánimos y esperaremos pacientemente mas y tus narraciones tras la Yukon.
ResponderEliminar...¡que envidia!!!!... magdalenas rellenas con Nutela... ja ja ja... ¡venga, Rosana, anímate a acompañar algún tramo del entrenamiento!. Seguro que a Javi se le pasa en un pispás, en tan buena compañía...
ResponderEliminarEl deporte y la literatura casan muy bien cuando hay un deportista y un narrador tan bueno, porque ambos (deporte y literatura) están preñados de sentimiento. Sigo tu blog desde que me embarqué en Sables/09 y está siendo una ayuda inestimable, "priceless" como dicen los de la pérfida albión, ya que las cosas que verdaderamente son valiosas, no tiene precio.
ResponderEliminarUn abrazo y sigue marcando el paso como lo haces.
http://mdslorca.blogspot.com/
Aquí siempre comienzo a oír los primeros disparos de los cazadores, y pienso: -“Como me den, se les va a caer el pelo”... ¡necio!, como me den, es a mi a quien no le va a crecer mas... JA JA JA. Genial!!!! Muchos ánimos y adelante. Con esa voluntad y esa moral no se te puede resistir nada.
ResponderEliminarJavi,que buena pinta el viaje y no te digo la Yukon.Preciosa la narración de entrenamiento del domingo.Subiré a hacer esquí de montaña en Enero,con un guía como tú debe ser una gozada.Ánimo con los entrenamientos.!!
ResponderEliminarAnimo Javi!!! eres un ejemplo, gracias por narrar de esa manera tan bonita tus entrenos, parecen mucho menos duros de lo que verdaderamente son. Espero poder estar algun domingo, compartiendo parte del trayecto contigo y con ese grupo tan cojonudo, que siempre esta ahi junto a ti.
ResponderEliminarAbrazos amic
¿porque?¿para quien?¡cuando nuestra aventura deja de ser nuestra? en ocasiones buscamos lejos de nosotros lo que esta en nosotros mismos...en el fondo del mar estan todos los misterios del cosmos asi como en nuestro ser estan todas las respuestas de si existe Dios..
ResponderEliminarcomparto con Chema: "lo que está fuera, está dentro..."
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