martes, 26 de julio de 2016

MI LEYENDA DE GUARA:



Hace un par de semanas, estando a punto de tomar la salida de la Trail sierra de la Carrodilla en Estadilla, me llegó un mensaje al móvil de José Antonio Almunia (Periodista, publicista y amigo), que decía:
  
- “Javi, se nos ha ocurrido un reto loco. Buscar personas que escriben bien, y darles un título (todos el mismo), para construir una historia de unos 2600 caracteres, y publicarlas en nuestra revista. Si te atreves te doy el título”.

¿Cómo osó introducir la expresión “SI TE ATREVES”, en un mensaje dirigido a alguien que le fascinan los retos, y además es Aragonés nativo?.
Así que, sorprendido y a la vez alagado por que con semejante requisito pensaran en mí, le contesté:
   - “Me parece chulo”.
Como podéis ver, una respuesta intelectual, a la altura de un consagrado académico. Jajajaja.
   -“El titular es “447”. Me transcribió él.
Y acepté el reto.
En un primer instante, lo primero que me pasó por la cabeza fue un avión.
Dándole vueltas ya esa tarde mientras corría, pensé en aviones, números de habitación, matriculas, prefijos, dorsales de carreras, contraseñas, y en todo lo que se me viniera a la cabeza inspirado en esos números.
Pero a la postre, decidí coger la indicación estipulada del “447”, y olvidarla.
Sí; Opté por no partir de ella, si no encontrármela mientras inventaba un relato.
Asimismo, trasladadar el relato a mi terreno; a algo conocido, familiar y querido que me inspirara: “La Sierra de Guara”.
Así que me decidí por inventar una leyenda, y en el curso de la escritura de la misma, tratar de encajar esa combinación de números sobre la marcha.
Y el resultado fue este:

447 La leyenda de LOS GUARABUNDOS 

Cuenta una leyenda que el cielo es una gran cúpula de material compacto combado sobre la tierra.

Esta cúpula, está dividida en diferentes demarcaciones dispuestas sobre lugares mágicos, y cuando alguien muere conducen a través de ellas su alma al mas allá. Y cuenta esta leyenda, que una de estas demarcaciones está sobre la sierra de Guara.

Según esta leyenda, entre los límites de la sierra de Guara y el cielo existe un inmenso abismo custodiado por siete almas. Porque siete es el número mágico, el número dispensador de vida, y los pecados capitales.

Y desde los cuatro ríos que fragmentan esta sierra: Guatizalema, Flumen, Alcanadre y Vero, emergen cuatro senderos invisibles que conducen las animas hasta este abismo celeste. Cuatro por los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire; o los cuatro puntos cardinales: norte, sur, este y oeste.

Cuatro invisibles arterias, que nacen en puntos ocultos bajo las aguas de estos ríos.

Y por esas aberturas, estos siete espíritus pasan de la tierra a los cielos y al revés, ayudando a las ánimas después de morir a cruzar al otro lado.

Al principio de los tiempos, estos senderos invisibles se hallaban tan accesibles, que muchas personas al cruzar estos ríos, desaparecían sin haber pasado por el tránsito de la muerte, y asomaban vivas en cuerpo y alma al mas allá, con lo que ello suponía. Así que las siete almas custodias, decidieron ocultarlos.

Para ello arrojaron desde lo alto del tozal de Guara, montones de enormes rocas rodando, formando hendeduras, simas, despeñaderos y laberínticos caos en los cuatro ríos.

Ocultaron tan bien estos pórticos, que a ellos mismos les costaba hallarlos.

Así que para poder encontrarlos, junto a cada uno de los pasos colocaron una roca sumergida con el epígrafe “CDXLVII”; 447 en números romanos. Cuatro ríos, cuatro pórticos, siete almas.

Desde entonces, guiaban las almas de aquellos que morían cerca o en estos ríos, quedando atrapados entre las rocas sin saber como salir.

Pasaron los años y no fue hasta 1938, en plena guerra civil, cuando algunos vecinos de Lecina manifestaron haber visto unos espíritus conduciendo las ánimas de los guerrilleros y maquis muertos por la comarca. Los llamaron “Guarabundos”.  

A dia de hoy nadie cree en leyendas, pero referiré que en 1993, un barranquista Francés desapareció en un sifón del río Alcanadre;  cuando ya se le había dado por desaparecido, se halló desorientado y confuso río abajo. Afirmaba haber visto bajo el agua una resplandeciente inscripción con números romanos, y juró que siete luces lo guiaron hasta emerger.

Asimismo, Ramiro, un pastor centenario de Bara, narraba que cuando era niño, escuchó un estrépito de golpes y correteos en la entrada de Gorgas negras, asomó, y vio a los siete Guarabundos jugando a la pelota con el cráneo de un jabalí.
Yo no creo en leyendas, pero dicen, que ese sonido silbante y disonante que acompaña a las tormentas de Guara, son sus voces intentando comunicarse.

Si los escuchas,  por si acaso debes contestar siempre con voz susurrante y suave.

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